martes, 21 de febrero de 2012

Lecturas TR: El lectoespectador [II]

Dos apartados antes de entrar en la zona medular del libro. 


Primero: la percepción fractal del mundo, cuya traducción sería: visión estallada de la realidad en el infierno de la dimensión mediática. La mirada, insiste VLM, ha cambiado: nuestra cognición registra la realidad en fragmentos minúsculos, cinemáticos, que se yuxtaponen unos a otros. El problema es que esa suma de destellos informativos no compone un orden semiótico abstracto y por lo tanto su recepción es acrítica, mientras los medios profundizan (con su velocidad característica y su superproducción de mensajes) el interés por el fragmento dejando de lado la preocupación por componer un todo significante. 
Aquí, VLM plantea la necesaria toma de conciencia sobre la gramática de los medios: su rápida inserción en la vida cotidiana tiende a naturalizarlos, pero, por el contrario, ellos tienen que ser vistos como construcciones, y por lo tanto, portadores de un sentido susceptible de ser decodificado mediante la lectura. La alfabetización mediática no es automática: exige un proceso de aprendizaje que objetive al medio, para poder operar críticamente sobre el discurso que de él proviene. ¿Pero cómo hacerlo? ¿Cómo salirnos de la irradiación digital? O bien a través de otros recursos, o utilizando el mismo medio como sistema de motivación.


Segundo: Google por partida doble.
I. Como articulador del conocimiento. Lo sabemos bien: todo pasa por Google, el símbolo imprescindible de nuestra relación con la web. El buscador, con su omnímoda capacidad de rastreo hace posible Internet: el flujo de información que circula por la red es tan grande que es ingobernable, y no existiría de no ser por la mediación de Google. Aquí vamos a enfatizar algo: no es que Google sea una herramienta más, sin Google Internet es una quimera, un horizonte inaccesible. El buscador, entonces, es el instrumento positivista de la era hipermoderna que permite la búsqueda, categorización e indexación de las fuentes de conocimientos disgregadas en el amplio mundo ciberespacial.


II. Yo soy la información que de mí hay en la red. Google es, asimismo, la forma actual de la biografía: nuestros nombres condensan los restos de información que vamos dejando en las numerosas páginas que visitamos a diario. En su blog, el ensayista Rafael Cippolini escribe que Google sería más un mapa que una brújula: una cartografía donde aparecen los datos de nuestra subjetividad digitalizada. En esa vorágine, nuestras identidades se edifican en los índices que el buscador nos ofrece: lista de datos que nos permiten reconstruir quiénes somos en el ámbito web. VLM llama a esta otredad electrónica electrotro, dándole así entidad  nominal al espejo virtual en el que aparecemos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario