lunes, 20 de febrero de 2012

Lecturas TR: «El lectoespectador»

Yo no sé si esto ya se ha hecho. Probablemente sí. En la inmensidad de la red, imposible de auscultar, quizá ya alguien haya tomado la misma iniciativa. En verdad, poco importa, mientras promueva una experiencia de escritura. La idea que regirá, pues, una sucesiva retahíla de entradas no es otra que la intentar hacer crítica literaria en tiempo real. La inmediatez del medio (éste, el blog) nos permite escribir nuestras impresiones de lectura casi en el mismo momento en que estamos leyendo. Apuntes, notas, aproximaciones. Un mapa (roto) de lectura. Por supuesto, al final de este proceso se compondrá una crítica unitaria, coherente, con ansias de totalidad. Pero por el momento (el momento es el significante de este tiempo: pura instantaneidad), preferimos la dispersión fragmentaria, la diseminación afásica que intenta aprehender partes descoyuntadas del cuerpo textual. Porque la lectura es eso mismo: un recorte en la significación. El efecto no podría ser más sintomático, dado que el libro abordado para nuestra faena cibertextual es el ensayo «El lectoespectador» de Vicente Luis Mora (Seix Barral, 2012), quien absorbe como tema las in/fluencias que se generan a partir de los cruces entre literatura y tecnología.

Pero eso viene después.

Por ahora, basta mencionar que en las primeras páginas, el autor nos hace partícipes de la modificación en la percepción de la realidad instaurada por los tecnoagentes de la edad contemporánea (agentes que actúan más bien como artefactos conceptuales: encuadres epistémicos), a través un travelling que recorre la idea de Pangea, es decir, la contracción del mundo por beneficio de las tecnologías comunicativas, donde todo entra en relación con todo: fluidez de la información desplazándose por la vías digitales. 
Esta primera parte del libro está obsesionada con la visión: el mirar se revela como el hecho que estructura la realidad (que siempre puede permanecer ahí, incólume, pero que carece de sentido si no se la mira y lee, como descubrió Stephen Dedalus en una caminata por la playa), mucho más en este tiempo en que la profusión de imágenes coloniza todos los espacios ambientales en los que nos movemos. Lo interesante aquí es que la mirada (claro) convoca una toma posición, una ideología, i. e., un conjunto de ideas que traman un lugar, un topos desde donde ubicarse para observar: en definitiva, VLM construye el espacio de su mirada con los elementos que le brinda el presente. Y lo hace porque ellos promueven una apertura del horizonte de posibilidades efectivas del campo que nos interesa: la literatura. 
Mirar y leer: ambas instancias se conjungan, entonces, en la categoría de lectoespectador, un modelo de receptor para el siglo XXI.

No hay comentarios:

Publicar un comentario