viernes, 2 de marzo de 2012

Lecturas TR: El lectoespectador [VII]

Pensar la imagen y pensar mediante la imagen. En el último capítulo de su libro, VLM explicita lo que podría ser su íntimo manifiesto poético: el juego de variables estéticas que proponen una suerte de hermenéutica para explicar su propio proceso creativo. 
Siendo concretos, digamos que la idea fundamental es ésta: la palabra no basta. O mejor dicho: el régimen verbal es tan sólo uno -entre varios- de los métodos de significación que están a nuestra disposición para encarnar la realidad poética, por lo cual restringirnos únicamente a esa perspectiva singular es también recortar el horizonte de posibilidades del hecho escritural. Y a nivel subjetivo, se corresponde con el sentimiento de castración por no poder expresarse en una dimensión compleja. 
Estética de la imagen, entonces, en doble sentido: yuxtaposición de texto e imagen vinculada, y sobre todo, texto convertido en imagen. La espacialización de la palabra en el cuerpo de la página adquiere categoría poética, pues en ella se formaliza un dispositivo semiótico: artefacto textovisual que despliega sentido en virtud de su propia disposición. La visión constituye así un eje sobre el cual se articula la experiencia lectoespectadora, que comparte tanto los beneficios de la verbalidad como de la iconografía. 

Podríamos considerar este capítulo un cuaderno de notas hecho público: retazos de ideas que traman como motivo un proyecto estético personal (y una ética literaria asociada a él) que justifica la posición elegida por VLM en el escenario de las letras actuales. Es también la creación -astuta, deliberada- de un mito de origen: la sucesión de nombres que aparecen citados en el texto son la raíz genealógica que nuestro autor selecciona como antecedentes legítimos de su proceder poético. 

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